El llac de Graugés

La salida hasta Graugés es una ruta circular con inicio y final a Berga, que se va por el sur de la ciudad hasta dar la vuelta a la Sierra de Noet, siempre por pistas que bordean campos de cultivo y masías dispersas, y finalmente llega a esta singular colonia agrícola. La dificultad general no es muy grande aunque habrá que pedalear y afrontar algunos tramos con un ligero desnivel. Es decir, no es una ruta para sufrir pero sí que es necesaria paciencia para que la vuelta no se nos haga larga.

En cualquier caso, la salida vale la pena para conocer el espacio de Graugés, un pequeño núcleo que pertenece al municipio de Avià y que esconde una historia interesante que comienza a finales del siglo XIX. En aquella época, la familia Rosal ya había creado una colonia textil similar a otras muchas ubicadas a lo largo del curso del río Llobregat. Sin embargo, la Colonia Rosal no sería la última de la familia, ya que decidieron construir la colonia agrícola de Graugés, que todavía se conserva hoy en día y que, de hecho, es un espacio de ocio muy visitado. Sin duda, el restaurante y los lagos son los grandes puntos de atracción. Y es que con la creación de la colonia y todos sus edificios, los Rosal también construyeron un estanque de 18 metros de profundidad y 100 de ancho que serviría para regar unas propiedades tradicionalmente de secano. Con el cierre de la colonia, el lago grande y el pequeño lago se han convertido en espacios de ocio donde es fácil ver animales como patos y gansos.

Sin duda, Graugés merece un paro para pasear y observar el entorno, con un bosque de ribera formado por chopos, sauces, fresnos, alisos o tamarindos. Retomamos la marcha alrededor del lago grande por su derecha y afrontamos la segunda parte de la ruta, en dirección al pueblo de Avià sin llegar a pisarlo. Pasamos por la ermita románica de Santa Maria y ya marchamos dirección Berga. La sierra de Queralt nos queda delante y nuestra izquierda, mientras vamos a buscar el antiguo camino real de Manresa a Berga intentando no caer en la tentación de dejarnos perder por un laberinto de caminos y pistas donde podríamos pedalear durante horas y horas.